El iniciador de las ciudades jardín fue el inglés Ebenezer Howard. Para Howard el problema fundamental de la ciudad es la propiedad privada del suelo, que induce a los propietarios a una explotación intensiva, agravándose los problemas de densidad y tráfico. Si se eliminara la especulación, desaparecerían los excesos y la ciudad podría hacerse de acuerdo a los principios del bien común.
A partir de esta idea Howard desarrolla las bases de su ciudad ideal. Debe tener una población limitada de alrededor de 50.000 ha ., permitiendo la existencia de un solo centro. Alrededor de este centro se distribuirían las viviendas, preferentemente unifamiliares con jardín, todo ello apoyado en una red viaria de amplias dimensiones. La ciudad se rodeará de un cinturón verde, que señalará sus límites, a la vez que servirá de asiento para las actividades agrícolas.
La concepción de Howard va más allá de la propia ciudad y se extiende al ámbito regional. Propone la ciudad-racimo, conjunto de ciudades jardín relacionado con una ciudad central de mayor tamaño mediante un transporte rápido de forma que la población pueda disfrutar al mismo tiempo de las ventajas de una ciudad pequeña y de los servicios que solo ofrece una gran ciudad.
Para evitar la especulación, Howard propone que los terrenos sean de una sociedad; las viviendas, sin embargo, serían de propiedad particular. También se preocupa de la autosuficiencia de la ciudad, que ha de quedar garantizada mediante una oferta de puestos de trabajo, con el fin de que la ciudad no se convierta en una ciudad-dormitorio.
Las ideas de Howard fueron llevadas a cabo en Letchwood y Welwyn, en los alrededores de Londres. Las aportaciones de Howard al urbanismo han sido importantes y ha fructificado en numerosas realizaciones, bien en barrios o bien en ciudades como las “new town” inglesas, que aunque no respondan al planteamiento inicial de Howard son una alternativa válida al diseño racionalista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario