La crítica a la ciudad existente a la luz de los cambios sociales y técnicos va a dar lugar a una nueva concepción urbana denominada racionalismo. Este tipo de urbanismo nació en los años 30 ha predominado de forma general hasta nuestros días. No obstante, en la década de los 70 se proponen cambios que han sido aceptados en parte y que han modificado algunas de las nuevas realizaciones.
El urbanismo del s. XX, a excepción de las reconstrucciones de las ciudades destruidas en las guerras mundiales, es periférico. El centro tradicional no es una preocupación primordial y no se modifica, no es posible cambiarlo. Se deja como está y se construyen otros centros en la periferia de acuerdo con los nuevos cánones. A pesar de las críticas racionalistas a los ensanches no se modifican, porque es demasiado costoso rehacer una ciudad que funciona, aunque sea de un modo imperfecto. Así pues solo se construye una parte de la ciudad. La única ciudad que se hace entera bajo principios racionalistas es Brasilia, de nueva construcción.
Las realizaciones racionalistas no se conciben como algo separado de la ciudad actual como hacían los utopistas. Los racionalistas intentan que el conjunto, lo antiguo y lo nuevo, pueda funcionar como un todo.
Los principios por los que se rige el racionalismo son:
a) En cuanto a la forma: se tiende a las formas simples, siempre buscando la funcionalidad. Las nuevas construcciones son de líneas rectas, sin ningún adorno, dando una nueva fisonomía a la arquitectura.
b) En cuanto al objeto: el objetivo del urbanismo racionalista es satisfacer las necesidades de un hombre-tipo. Dichas necesidades son vivienda, ocio, trabajo y circulación. Las tres primeras son las básicas, siendo la cuarta la relación entre ellas.
c) En cuanto al método: la ciudad se construye jerárquicamente, desde los elementos más primarios hasta llegar a la ciudad completa. El núcleo fundamental del individuo lo constituye la vivienda, por lo que se le dedica una atención especial a los requisitos fundamentales que ha de cumplir: aireación, soleamiento y un espacio mínimo que garantice la intimidad.
c) Especialización: cada función debe realizarse en una zona especializada, ya que exige espacios de diferente forma y características. La vivienda debe estar separada de las zonas de ocio y trabajo y la circulación debe estar separada de las otras actividades. Estos dos principios, especialización funcional separación de la circulación de automóviles, constituyen los ejes de la organización de la ciudad racionalista.
De acuerdo con estos principios, la crítica de la ciudad existente se centra en los siguientes aspectos:
a) La mezcla de funciones: las actividades de vivienda, trabajo y recreo están esparcidas y mezcladas por toda la ciudad, originando conflictos entre ellas.
b) La construcción en manzana cerrada: este modelo de construcción determina la aparición de viviendas interiores, insalubres e incómodas. Por eso se propone la edificación abierta, en bloques aislados que permitan hacer exteriores todas las habitaciones. Además, la construcción en manzana obliga a mantener una continuidad con una altura similar y una distribución de huecos determinada. Si los edificios son independientes unos de otros se aumenta la libertad de diseño.
c) La calle corredor: se denomina así a la calle tradicional, bordeada de modo continuo por las fachadas de los edificios. Cuando el tráfico aumenta estas calles se ven desbordadas produciéndose además una indeseada mezcla de funciones. Los ruidos y la contaminación disminuyen la calidad de vida de estos lugares. Para evitarlo se propone una separación de los diferentes tipos de circulación.
A partir de 1928 los arquitectos y urbanistas racionalistas se aglutinan en un movimiento internacional y realizan una serie de reuniones llamadas Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM). En estos congresos se fue dando forma al conjunto de ideas aportadas. En 1941 Le Corbusier publicó la Carta de Atenas, documento de 95 puntos que puede considerarse la posición común de este movimiento. Su contenido puede sintetizarse del siguiente modo:
a) Crítica a la ciudad existente: coincide con lo expuesto anteriormente. A ello se le añade una explicación de la causa que ha producido tal situación: el predominio del interés privado sobre el colectivo.
b) Objetivo del urbanismo: su objetivo es crear un espacio para hombres libres: la ciudad. Sin embargo, el hombre no alcanza sus fines de forma aislada, sino integrado en diversos grupos con sus objetivos diversos. El urbanismo debe permitir el ejercicio de esta acción colectiva.
c) Bases del planeamiento: define las funciones básicas y su zonificación y la vivienda como núcleo fundamental de la ciudad. El tiempo de desplazamiento debe ser el mínimo posible, por lo cual la ciudad debe ser densa. Las edificaciones deben ser altas para que la gran densidad sea compatible con la existencia de zonas verdes.
d) Circulación: deben establecerse canales separados para peatones, coches y transportes colectivos.
a) Planeamiento regional: la ciudad no constituye un hecho aislado, forma parte de un ámbito mayor (comarca, región) con el que existen relaciones mutuas. Los planeamientos deben tener en cuenta esas relaciones y preveer los efectos de las realizaciones parciales.
b) Programación: Se entiende por programación la previsión de costes y plazos en que han de realizarse las actuaciones de un plan. La programación obliga por igual a particulares y a la Administración a garantizar un crecimiento equilibrado.
Bajo estas premisas, las características de la ciudad racionalista son:
Estructura general
Debe tenderse a la alta densidad con objeto de reducir las distancias y a una pequeña ocupación del suelo para dejar grandes espacios libres. Para conseguirlo Le Corbusier planteó la “unidad de habitación”, edificio de gran altura que acoge una población de 1.400 ha ., ocupando menor superficie y abaratando los costes. El aspecto de una ciudad de este tipo es de campo con edificios altos dispersos, apreciándose la estricta separación entre vehículos y peatones.
Vivienda
Las características de la vivienda –sol, ventilación, espacio mínimo- son cumplidas por la unidad de habitación. Dichas unidades deben soportar servicios mínimos: guardería, pequeños comercios, jardín, etc. Esta unidad de habitación se construye en edificios altos y con habitaciones exteriores, dando lugar a al bloque laminar. Pronto se observó que tanta uniformidad era incompatible con la heterogeneidad de caracteres de la población, por lo que las propuestas se flexibilizaron y aparecieron las unidades de habitación mixtas, donde se mezclaban edificios singulares altos con otros de media altura e incluso viviendas unifamiliares.
El siguiente escalón en la estructura de la ciudad lo constituye la unidad vecinal, unión de varias unidades de habitación (generalmente 4). A este nivel corresponden ya otros servicios tales como una iglesia, cine, oficinas y escuelas.
El barrio se compone de cuatro unidades vecinales. Sus servicios ya crecen: institutos, centros comerciales, centro cultural, etc. La integración de varios barrios da lugar a una ciudad o a un sector de ella.
Zonificación
La residencia se completa con las zonas de trabajo y de ocio y los canales de circulación. Las zonas de trabajo pueden ser a su vez industriales y terciarias. Las zonas industriales se sitúan agrupadas y alejadas de las zonas residenciales para reducir sus efectos negativos. Las zonas terciarias se ubican entre las unidades vecinales de forma que se minimicen los recorridos entre ellas.
En cuanto a las zonas de ocio, se proponía la jerarquización en función de la frecuencia de su uso: de uso diario y de uso semanal. Las primeras –jardines, parques, polideportivos- deben estar integradas con el tejido residencial, para acortar los desplazamientos. Las zonas de uso semanal –caza, pesca, parque de atracciones, etc.- estarían a distancias superiores y al servicio de varias ciudades.
Pronto se vio que este esquema era tan rígido que era de difícil aplicación. Al estar todo totalmente zonificado se crea despoblación a ciertas horas del día: los centros de trabajo, creando inseguridad ante la ausencia de gente en horas no laborables, y los centros residenciales, con sus ciclos diarios de llenado-vaciado. Además, al estar todo separado, aumenta la longitud de los desplazamientos. Por ello la mayoría de los centros terciarios construidos son mixtos.
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